#GeneraciónVendida

Las-portadas-de-los-periodicos-generalistas-del-28-de-eneroLa prensa escrita ha sido protagonista esta semana por ceder su portada al banco Santander

Ya no se esconden. Lo mismo les da. La crisis del periodismo ha arañado una muesca más en su maltrecha columna vertebral. Justo en el momento en que más señalados están los medios de comunicación en nuestro país, la prensa escrita ha decidido dar la razón a los que creen que la publicidad ha ganado a la información. La confirmación llegó el pasado martes tras ver cómo abrían los principales diarios de España sus ediciones. Todos tenían una portada publicitaria del banco Santander.

Junto con ella, la desvergüenza. La misma que asume que el periodismo escrito se debe a las empresas para seguir vivo. El lector lo está abandonando paulatinamente y la incapacidad para reciclarse está acabando con los medios impresos. Y quizás la culpa la tengan personajes como la nueva chairwoman del Santander, Ana Patricia Botín, que ha logrado sortear el obstáculo de la libertad de em-presa. Pero no parece distinto a lo que haría el chairman anterior, Emilio Botín, desprovisto de todo sentimiento de afecto por parte de su hija al llevar a cargo su sucesión. Será porque en cuestiones de dinero y poder todas las mesas son redondas y nadie acaba por mirarse de frente.

Sin culpar al mensaje, y sí al mensajero, los datos de la prensa escrita hablan por sí solos. Desde 2008, según el EGM, el descenso en la venta de periódicos ha caído casi un 13% hasta situarse en un débil 29% de la población total que los sigue comprando. Al tiempo que la mejor solución de los principales diarios es cesar a sus directores -con peleas de patio de colegio incluidas-. Obviando que el problema requiere un análisis mucho más profundo que uno tan superfluo. Basta recordar que los mejores resultados del diario El Mundo y El País llegaron en 2013 de la mano del ‘Caso Bárcenas’ que puso en jaque al Gobierno de Mariano Rajoy cuando ambas cabeceras estaba bajo la batuta de Pedro J. Ramírez y Javier Moreno. Hoy ambos están fuera de sus puestos. Por lo que es difícil pecar de inocencia no cayendo en la cuenta de que los despidos responden más al control político de la prensa que a cuestiones meramente laborales.

Tampoco deja de ser curioso que en la citada portada se apele a los jóvenes como parte de una generación que debe tomar impulso. A través de las becas Santander pero con un regusto acicalado de que incluso en esto los poderes fácticos toman el control. ¿Qué pensará, por ejemplo, un estudiante de periodismo que quiera hacer uso de una beca de este tipo? Al ver la portada de un diario en el que quizá algún día aspiraría escribir y que no se diferencia en nada en absoluto de otro al que su trayectoria informativa no avale.  Con la duda rondando es casi inevitable recordar el lema del banco Santander que rezaba «el valor de las ideas» e imaginarlas a éstas como mera mercancia.

Pero lo cierto es que la portada ha demostrado lo que siempre se ha esforzado por ocultar. Que el periodismo no es libre y escribe en función a lo que le dejan escribir. Las redacciones caen presas de impresos enviados desde las altas esferas que controlan el texto y hasta la hemeroteca. Casi cualquier lector se verá confuso a la hora de distinguir las líneas editoriales de El País y El Mundo, tan distanciadas no hace tanto. Pues al fin y al cabo han acabado en una convergencia inevitable.

Ya sólo quedan los extremos que no entienden de razón y rezos monárquicos en tiempos de clara tendencia republicana. Al menos éstos nunca ocultaron lo que los otros sí hicieron. Y de fondo la sensación de gobiernos en la sombra que son capaces de controlar al que no cabe duda es el cuarto poder. No en vano, Emilio Botín poco antes de su muerte, confesaba que le ponía nervioso la idea de que Podemos pudiese ser la segunda fuerza política -por entonces las encuestas no les daban vencedores- y no PSOE o PP, lo que para el malogrado presidente del Santander ponía en serio peligro la necesaria alternancia para mantener las estructuras de poder de España. Esas mismas estructuras que llevan existiendo desde incluso antes de la democracia y que se esconden tras el paraguas del Estado del Bienestar.

Si la actual generación de jóvenes es la ‘Generación Encontrada’ la de la prensa escrita ha quedado ya retratada. Toda una ‘Generación Vendida’ al servicio del mantra de si el periódico no se vende en el kiosko, que lo haga en los despachos.

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